Cuerpo solo

La Antilla. Lepe. huelva. España

6 August - 15 September

Aurora Cañero

Cuerpo Solo

EXPOSICIÓN 06.08 __ 15.09

LEPE, HUELVA

 

Playa, sol... y arte

 

La escultora Aurora Cañero, a los 84, toma la costa de Huelva. Después de protagonizar la última exposición anual de Madrid Luxury Art (MLA) en Madrid, la artista viaja con sus esculturas al paseo marítimo de Lepe, Huelva.

 

Por iniciativa del Ayuntamiento de Lepe, Cuerpo Solo reúne siete de sus obras, de tamaño natural, en uno de los enclaves principales de la costa onubense: la playa de La Antilla. Todas las piezas han sido elaboradas durante los últimos diez años.

 

Aunque las esculturas de la muestra representan la figura humana, protagonista de toda su carrera, su inspiración no es el realismo. Es una investigación formal sobre el cuerpo, a la que añade dosis de humor y poesía.

 

Al instalar sus obras en pleno paseo marítimo, Aurora Cañero alcanza en Cuerpo Solo a una audiencia nueva que no suele entrar en las galerías. Del 6 de agosto al 15 de septiembre, Cañero presentará este recorrido compuesto por siete piezas de bronce a tamaño natural en el paseo marítimo de La Antillaen Lepe, Huelva. “Lo que más ilusión me hace es que la gente sea feliz contemplando mis piezas. Más allá de cualquier otra pretensión, creo que esa es la finalidad de mis esculturas. Son personajes del verano”, comenta la artista, quien agradece al Ayuntamiento de Lepe “que su oferta inmejorable de sol y playa sume un poco de arte contemporáneo”. Antes, estas mismas esculturas pudieron verse en plena calle Ortega y Gasset como parte de la exposición anual de Madrid Luxury Art (MLA).

 

“Como artista, me aterra quedarme parada”

 

Llegados a una cierta edad, muchos artistas abandonan el taller y se centran en exposiciones retrospectivas. A sus 84 años, Aurora Cañero sigue trabajando y creando nuevas obras. Todas las piezas que componen Cuerpo Solo han sido modeladas durante los últimos diez años en tamaño más pequeño. Con este proyecto, se han llevado a escala humana. “El arte para mí es como una especie de gimnasia”, reconoce. “Si paras, te agarrotas y pierdes la fluidez. Por eso sigo viniendo todos los días al estudio. Tengo artrosis en las manos pero, mientras no me duelan, las pienso seguir usando para modelar”.

 

Tras más de cinco décadas de trabajo ininterrumpido, Cañero es, por mérito propio, una de las mejores retratistas del cuerpo humano. La atención al detalle de todo aquello que se adivina bajo la piel –física y emocionalmente– es lo que distingue su producción. Confiesa que la representación del cuerpo humano se ha convertido en una obsesión: “Siento tanta admiración por cómo está hecho (músculos, huesos, tendones...) que nunca me ha interesado mirar en otras direcciones. Con esta exposición en concreto, quería presentar el cuerpo en toda su humanidad, solamente el cuerpo; el cuerpo solo”.

 

Precisamente, Cuerpo Solo enfrenta al espectador con esculturas humanas de su misma escala. “El cuerpo es el eje central de la muestra, como ocurre en todo el trabajo de Cañero, pero la intención de la exposición va mucho más allá”, afirma María Luz Cárdenas, comisaria de la muestra. Gerente de los principales museos venezolanos y con casi 40 años de experiencia como curadora, Cárdenas explica que “lo que pretende es enfrentar de tú a tú al espectador con unos personajes que se mueven en el límite entre la realidad y la ficción, lo posible y lo probable”. Por ello, las esculturas de Cuerpo Solo no representan a gente del todo real. Se acercan al canon, pero tienen características profundamente humanas.

 

Cada cuerpo es distinto, imperfecto, al igual que lo es la realidad. “En la obra de Cañero lo importante no es si la mano es anatómicamente perfecta o no. Eso no es lo que busca la artista, sino que utiliza el cuerpo humano como medio para construir esos mundos que recuerdan al surrealismo, y que esconden mucho detrás. En este sentido, su trabajo recuerda al de René Magritte o Paul Delvaux”, añade Cárdenas.

 

Poesía visual cargada de misterio

 

Los protagonistas de las composiciones de Cañero son la encarnación de sus propias ideas y anhelos. Todos comparten rasgos faciales: “He intentado esculpir caras nuevas, pero siempre vuelvo a la misma. Parece que todos mis personajes sean hermanos”, bromea. Suelen estar acompañados de objetos –desde tablas de surf a estrellas, pasando por flotadores o incluso un escudo– que funcionan como metáforas de sus inquietudes y crean un lenguaje onírico muy próximo al realismo mágico de algunos de sus contemporáneos, como Antonio López. En palabras de la comisaria, “lo interesante de la obra de Cañero es que se encuentra en la frontera entre lo real y lo imaginado. Ver a un surfista con tabla y bañador en pleno centro de Madrid no es habitual, pero sí imaginable. Eso rompe nuestros esquemas. Ahí es donde surge la magia”.

 

Las obras que componen Cuerpo Solo funcionan, por tanto, como poemas visuales llenos de mística y, a la vez, de cotidianidad. Indagan en la esencia del ser humano y su dimensión más espiritual sin olvidar su aspecto mundano.

 

Para ello, la artista se inspira en sus propias emociones, pero también en los deseos, las preguntas o los temores que son comunes a todo ser humano.

 

Cada una de las obras de Cañero constituye un universo en sí mismo. En ellas hay cierto misterio, una sensación de que algo se nos oculta. Esconden anécdotas y referencias privadas. Pequeños guiños velados al sentido del humor de la autora. También grandes preguntas, cuestiones universales: la pasión por lo que hacemos, la mirada hacia el pasado, la búsqueda de lo inalcanzable…

 

Pese a la profundidad de su obra, Cañero se opone a ofrecer interpretaciones. El significado debe surgir del encuentro cara a cara con sus obras: quizá sus esculturas más cotidianas, como Fotógrafo o Patinador, transporten al espectador a sus propios recuerdos y vivencias, mientras que otras como Soñando estrellas le lleven a reflexionar sobre las grandes cuestiones del universo. Solo quien se adentre en las obras de Cañero de forma abierta y reflexiva podrá descubrirlo.

 


BIENVENIDOS / WELCOME

La preocupación por la estatuaria y el deseo de, por medio de ella, representar al hombre son vertebradores del trabajo de Aurora Cañero que ha sido capaz de modular sus planteamientos sin dejarse llevar por tendencias contextuales que o bien caen en un academicismo ramplón o se entregan, irreflexivamente a una búsqueda experimental que parece legitimada tan sólo por ser característica de una contemporaneidad dogmática. Javier Rubio Nomblot ha señalado que las esculturas de Aurora Cañero encierran la tensión "entre lo que acaba de acontecer -un pasado apenas sugerido- y lo que va a suceder a continuación -hallazgo, movimiento y metamorfosis. Cada obra suya narra un acontecimiento decisivo, ese instante en el que el hombre que  habita en el  centro del universo llega a su momento de verdad". Una tendencia narrativa singularmente sutil que hace que las piezas de Aurora Cañero definan un pequeño mundo en el que suceden cosas que están en el límite de lo fantástico o, por lo menos, desacostumbrado. Ensoñación y curiosidad son estados subjetivos que determinan las posiciones de las esculturas de Aurora Cañero. En su estética es especialmente significativo el uso del pedestal como parte retórica de la obra: escalera, círculos, trampolines, barcas apoyadas sobre remos, formas rectangulares sobre las que las figuras se mantienen en pie. 

 

La tarea de esta escultora es encarnar, en sus rigurosas obras, el misterio, dar un cauce expresivo a las emociones, con una mezcla de extrañeza y fino sentido del humor. La identidad permanece como un enigma, incluso cuando no tenemos otra protección que la piel, el relato subjetivo continúa manifestando su hondura: la mirada curiosa conoce los abismos de la pasión y, por ello, necesita evitar la caída sujetándose a esas ramificaciones que llamamos relatos, que no solo están construidos con palabras sino con huellas, objetos o figuras fascinantes.

 

Fragmentos del texto “Relatos corporales. Unas consideraciones sobre la escultura de Aurora Cañero”, de Fernando Castro Flórez

A concern for statuary and the desire to use it to represent mankind form the backbones running through the work of Aurora Cañero, who has been able to modulate her postulates without being absorbed by contextual tendencies that either fall into crude academicism or give themselves over thoughtlessly to experimentation in a quest that seems to find its sole justification in that it is a feature of dogmatic contemporary.  Javier Rubio Nomblot has pointed out that Aurora Cañero's sculpture enfolds a tension "between what has just happened - a past barely hinted at - and what is going to happen next - discovery, movement, metamorphosis.  Each of her works relates a decisive event, that instant in which mankind, inhabiting the centre of the universe, comes up against its moment of truth."  Through the especially subtle narrative tendency in her work, Aurora Cañero's pieces define a small world in which things that are on the edge of the fantastic, or at least the unusual, happen. Dreaming and curiosity are subjective states that define position in Aurora Cañero's sculptures. The use of pedestals as part of the rhetoric of her works is particularly significant in Aurora Cañero's aesthetic system: ladder, hoops, diving boards, boats resting on their oars, rectangular shapes on which the figures stand.

 

 

This sculptress's task is to embody mystery and furnish an outlet for the expression of emotion in her works, by means of a blend of strangeness and a refined sense of humour.  Identity remains a puzzle, even when we have no other shield but our skin the subjective narrative continues to reveal its depth: the curious gaze discovers the abyss of passion and for that very reason needs to avert the fall, holding on to those ramifications we call tales, which are made up not only of words but of traces, objects, and fascinating figures.

 

Extract from the text "Tales of corporeality. Considerations in the sculptures of Aurora Cañero" by Fernando Castro Flórez